jueves, 3 de septiembre de 2020

COVacacIDones, capítulo 2: El de que "hogar" no es lo mismo para los dos

Buenos días.

Ayer fue un día más relajado. Una de las cosas que quería hacer durante este período de vacaciones era acabar de dejar el piso definitivamente "a punto" (que, aunque esta vez la situación no ha ayudado, manda huevos) y a gusto de uno, que aún no llego a identificarlo como mi hogar. De hecho ahora mismo está todo algo desordenado para lo que es habitual. Creo que entre el viernes y el sábado tendré lo más importante listo. Más me vale...

Además de ordenar trastos, necesito solucionar otro problema, aunque duela llamarlo así, que llevo arrastrando desde al menos octubre del año pasado, Neska.



Los que seguís mi cuenta de Instagram, seguro que habéis conocido a esta perrita que acogí hace algo más de año y medio cuando la encontraron abandonada a su suerte en "La Vega de Acá", un barrio residencial de Almería. Aunque seguro que también os habréis percatado de lo poco/nada que la nombro o sale en mis publicaciones últimamente.
Al principio todo fue muy bien, no en vano es una perrita muy tranquila y cariñosa, y además en ese momento pedía más atención y mimos por la situación que había vivido. Lo único que era difícil de sobrellevar era la ansiedad que le producía cruzarse con otro perro.

Poco a poco esa ansiedad, lejos de mejorar, fue aumentando, hasta tal punto que para sacarla de paseo había que evitar zonas concurridas por el espectáculo que provocaba (de ello puede dar fe Mª José, Bea, Silvia, Cintia y otras personas que se han hecho cargo de ella cuando yo no podía. Gracias de nuevo). Sumado a eso, comencé a tener quejas de los vecinos (que nunca han sido "presenciales", lo máximo que han llegado a hacer es dejar notas y amenazas. Que tengan razón no implica que no sean una panda de imbéciles) por el escándalo que, al parecer, montaba cuando yo no estaba. Y digo al parecer porque, pese a sus reacciones con otros perros, en casa prácticamente ni notabas que estaba... hasta que pude comprobarlo hace poco más de dos meses con una cámara de seguridad. Lo que ví me produjo tal ansiedad que, si la decisión ya estaba prácticamente tomada (no puedo dedicarle el tiempo y atención que necesita. No puede estar tantas horas sola y menos aún en un piso como el mío), hizo que tuviera que intentar poner solución lo antes posible, aunque no es ni ha sido fácil, puesto que a día de hoy aún no he conseguido encontrarle un hogar definitivo (sí uno temporal en el que sé que está recibiendo el cariño y cuidados que se merece).

Esta situación me apena mucho, además ha marcado la toma de según qué decisiones en un futuro.

Bueno, me despido por hoy, a ver qué tal se da el picnic.

Hasta mañana oportunistas.

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